El puchero, t’impo o t’inpu (hervido), una vez más nos hace pensar en la diversidad culinaria del país y de sus exquisiteces.

Está preparado en base a carne de res y cordero, chalona o ch’arki (carne seca de alpaca), papas, choclos, zanahoria, yuca, camotes, birraca o arrachacas, moraya o chuño (papa deshidratada), duraznos, manzanas, repollo, arroz y garbanzo.

Una de las características de este plato, es que todos los ingredientes de hierven en una sola olla. El resultado es que el sabor de las carnes se mezcla con el de las verduras y esta es una mezcla fabulosa para el paladar.

Algunos recomiendan que el puchero debe cocinarse en fogón con el combustible leña y en ollas de barro para disfrutar todo lo natural.

Tras la cocción, el caldo es separado de los alimentos sólidos y se vierte a otra olla, para luego servir por separado. Finalmente se sirve caliente en un plato plano y es adornado con las hojas de col o repollo por encima de los demás, rociado de arroz y garbanzos, formando una torre que para cualquier comensal suele ser difícil por donde emprender a saborear, seguidamente viene el caldo en un plato hondo.

Cabe indicar que en algunos lugares el caldo va primero y se disfruta muy caliente, es acompañado por el ají picante.

El puchero revela lo complejo de la gastronomía y son las combinaciones las que hacen especial este plato.

Disfrútelo a la hora de almuerzo, en fechas especiales, o en cualquier momento. Siempre es pertinente engreír el paladar y más aún si se encuentra en Huancavelica, la tierra de los agradables aromas y buena sazón.